El estado de Sonora ha marcado un hito sin precedentes en la historia climatológica de México al registrar una temperatura de 52 grados Celsius en el municipio de Tepache. Este récord, reportado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), ha establecido un nuevo parámetro para las olas de calor en el país.
El pasado 20 de junio, además de Tepache, otros dos puntos en Sonora superaron la barrera de los 50 grados Celsius. Plutarco Elías Calles registró 51.7 grados, y Sahuaripa alcanzó los 51.3 grados, destacando la magnitud del calor extremo en la entidad. Según el informe del SMN, este fenómeno se enmarca en un contexto más amplio de temperaturas récord que han afectado a México en los últimos meses.
El SMN ha confirmado que mayo de este año ha sido el mes más caluroso registrado en la historia del país. La temperatura media durante este mes alcanzó los 27 grados Celsius, superando cualquier registro anterior desde el inicio de las mediciones en 1953. Este incremento en las temperaturas ha desencadenado una serie de efectos en cascada que han afectado a diversas regiones de México.
Las altas temperaturas no solo han afectado a las infraestructuras y actividades humanas, sino también a la biodiversidad del país. En el sur de México, monos aulladores y aves tropicales han sido hallados muertos, incapaces de soportar el calor abrasador. Los residentes de las zonas más afectadas enfrentan serios desafíos para acceder a agua potable, agravando la ya preocupante situación de sequía.
Desde marzo, el país ha registrado al menos 61 muertes directamente relacionadas con las altas temperaturas. Esta cifra alarmante pone de manifiesto la necesidad urgente de medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático. Expertos han señalado que el calor es uno de los fenómenos meteorológicos más subestimados, con efectos devastadores especialmente para los niños, ancianos y trabajadores al aire libre.
En México y América Central, la vulnerabilidad al calor extremo se ve exacerbada por las malas condiciones de las viviendas y el acceso limitado a servicios de refrigeración. Las personas que residen en asentamientos informales son particularmente susceptibles, al igual que aquellas que trabajan al aire libre y no cuentan con la infraestructura necesaria para protegerse del sol.
El calor extremo también representa una amenaza para la estabilidad del suministro eléctrico. La demanda de energía aumenta significativamente debido a la necesidad de refrigeración, lo que puede llevar a sobrecargas y cortes de energía. Esta situación es especialmente crítica para las instalaciones de salud, que dependen de un suministro eléctrico constante para operar de manera efectiva.