El corazón del rock mexicano se apaga por un momento, pero su fuego nunca se extinguirá. Javier Bátiz, cariñosamente conocido como “El Brujo”, falleció el 14 de diciembre a los 80 años, dejando un legado imborrable que resonará por generaciones. La noticia de su muerte, causada por complicaciones de cáncer de próstata, conmocionó a la comunidad musical y a sus seguidores fieles, quienes lo vieron como una figura pionera y un hechicero de la guitarra.
Fue su esposa, Claudia Madrid, quien confirmó la triste noticia a través de una emotiva publicación en Facebook: «Nuestro adorado y querido, mi esposo Javier Bátiz, trascendió el día de hoy. Su legado y su música quedan para la eternidad. Te amo, amor mío. Vuela alto, mi ángel». Una fotografía acompañó el mensaje, capturando no solo una historia de amor, sino también el espíritu libre de un hombre que supo convertir cada nota en magia.
Bátiz no fue un simple músico; fue una fuerza telúrica que sacudió las bases del rock en un México aún desconcertado por el ritmo frenético del género. Nacido el 3 de junio de 1944 en Tijuana, su vida estuvo marcada por una pasión incansable por el blues y el rock. Desde sus inicios en la escena fronteriza, su talento innato y su estilo único lo llevaron a convertirse en un verdadero pionero, moldeando el sonido que hoy se reconoce como parte de la identidad musical mexicana.
En 1963, Bátiz se unió a «Los Rebeldes del Rock» tras la salida de Johnny Laboriel. Fue el comienzo de una carrera impresionante que lo vio codearse con otros grandes de la música y convertirse en el mentor de artistas como Álex Lora, fundador de «El Tri», y el legendario guitarrista Carlos Santana. Santana, en varias ocasiones, ha reconocido que fue Bátiz quien lo introdujo al poder del blues y quien encendió en él una chispa creativa imposible de apagar.
El grupo «El Haragán y Compañía» también se unió al coro de despedidas, escribiendo en X «Con profunda admiración deseamos que tu legado y tu música permanezcan en la eternidad. Es la última despedida del maestro Javier Bátiz. Siempre serás uno de los más grandes pioneros del rock mexicano». La escena del rock nacional, ahora huérfana de una de sus voces más auténticas, siente el peso de una ausencia que solo la música puede llenar.
Javier Bátiz fue mucho más que una leyenda local; fue un puente entre generaciones, un profeta del blues en un país que apenas empezaba a entender su mensaje. Sus solos de guitarra eran una extensión de su espíritu rebelde, y su presencia en el escenario era pura energía, como un conjuro que conectaba el pasado con el futuro del rock.
Hoy, la escena musical mexicana pierde a uno de sus arquitectos, pero el «Brujo» vive en cada riff, en cada grito libertario, en cada joven que sueña con una guitarra entre las manos. Javier Bátiz no ha muerto; simplemente se ha convertido en música pura, en un hechizo que nunca dejará de sonar.