Una jornada marcada por el recogimiento global se prepara en Roma: El funeral del papa Francisco se celebrará este sábado en la plaza de San Pedro, en una ceremonia que promete ser uno de los eventos más solemnes y multitudinarios del año. A sus 88 años, el primer pontífice latinoamericano falleció este lunes tras sufrir un derrame cerebral y un paro cardíaco, dejando un legado profundo y complejo que marcó una era en la Iglesia católica.
El Vaticano, epicentro de la fe católica, ya ha iniciado los rituales milenarios que acompañan la transición entre pontífices. Desde el martes por la mañana, el cuerpo del papa Francisco descansa en un ataúd de madera, vestido con sus ornamentos, custodiado por la guardia suiza en la capilla de la residencia Santa Marta. Este miércoles será trasladado a la Basílica de San Pedro, donde miles de fieles podrán ofrecer su último adiós.
La misa de exequias se llevará a cabo el sábado a las 10:00 de la mañana, hora local. A ella asistirán jefes de Estado de todo el mundo, reflejando el impacto universal del pontificado de Francisco. Donald Trump, Javier Milei, Luiz Inácio Lula da Silva y Volodímir Zelenski, entre otros, confirmaron su presencia. La plaza de San Pedro será testigo de un acto cargado de simbolismo y respeto.
En una decisión que rompe con la tradición, Francisco dejó estipulado en su testamento que no deseaba ser sepultado en la Basílica de San Pedro. Su lugar de descanso final será la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, una elección coherente con su papado caracterizado por la cercanía con los humildes y la austeridad.
La muerte del pontífice activó de inmediato el protocolo vaticano. El «anillo del Pescador» y el sello de plomo, símbolos de su autoridad, han sido destruidos, como dictan las normas centenarias. La sede apostólica queda vacante y los preparativos para el cónclave ya están en marcha. Unos 135 cardenales con derecho a voto deberán elegir, entre 15 y 20 días después del fallecimiento, al nuevo líder de los 1.400 millones de católicos en el mundo.
Mientras tanto, las muestras de duelo y homenaje se multiplican. España, Venezuela, Portugal, Chile y Argentina han decretado días de luto nacional. Las banderas ondean a media asta, las celebraciones públicas se suspenden y se organizan actos conmemorativos. El ministro español Félix Bolaños expresó el “dolor y pésame” del gobierno, mientras que Gabriel Boric destacó que Chile “sigue la tradición” de declarar duelo ante la pérdida de un papa.
En Buenos Aires, ciudad natal del papa Francisco, miles de personas se han congregado en la catedral metropolitana para rezar. El Obelisco, el Planetario y otros monumentos se iluminaron con los colores papales, amarillo y blanco, como una muestra de afecto y respeto. París también se une al luto. La torre Eiffel apagará su luz esta noche, y la alcaldesa Anne Hidalgo propuso dar su nombre a un lugar emblemático de la ciudad. El gesto representa la magnitud emocional que ha generado su partida, incluso en sociedades con una fuerte tradición laica.
La Iglesia católica y el mundo entero inician una nueva etapa. La figura de Francisco, marcada por su enfoque reformista, su sensibilidad social y su firmeza frente a los desafíos internos de la institución, permanecerá grabada en la historia. Su funeral no solo será un acto de despedida, sino también una afirmación del impacto que tuvo su voz en tiempos de transformación.