El presidente Andrés Manuel López Obrador optó por una celebración festiva del Día de las Madres en el Palacio Nacional, sin mencionar a las madres buscadoras de personas desaparecidas, a las madres víctimas de la violencia, ni a las madres de hijas víctimas de feminicidio.
Sin la compañía de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, el presidente llegó a la conferencia matutina con un ramo de flores. A las 7:18 de la mañana, felicitó a las madres de México y de otros países, incluyendo a las que ya han fallecido. Con un tono ligero y festivo, expresó: «Felicidades a todas las mamás de nuestro país y de otros países, a las madres que se nos adelantaron, como dice la canción, hay amor eterno, muchas, muchas, muchas felicidades». Dejó las flores en el atril y dio paso al mariachi Son de México, que interpretó canciones como «Las Mañanitas» y «Amor Eterno».
En medio de la música y el ambiente alegre, el presidente evitó participar en las canciones y dejó que los mariachis animaran la ocasión. Cuando se le preguntó si las flores que dejó en el atril eran para su esposa Beatriz, respondió que ya le había dado un ramo a ella antes del evento.
A pesar del ánimo festivo, el evento se sintió desconectado de las preocupaciones más serias de muchas madres mexicanas. No hubo mención a las madres buscadoras, a las madres de víctimas de feminicidio, ni a las madres que enfrentan otras situaciones difíciles, como el cáncer. El tono de la celebración parecía más centrado en el entretenimiento y la música, con el presidente posando para fotos con un sombrero veracruzano y un arpa.
Así fue el Día de las Madres en el Palacio Nacional: un evento desangelado que, más que homenajear a las madres en situaciones difíciles, pareció un simple acto festivo centrado en el presidente y su interacción con los reporteros y músicos presentes.