En medio de un panorama complejo marcado por la sequía en el norte del país, México ha reiterado su compromiso de cumplir con el Tratado de Aguas de 1944, que regula la distribución de agua con Estados Unidos. Así lo confirmó Julio Berdegué, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), tras una llamada sostenida con la secretaria estadounidense Brooke Rollins y el subsecretario de Estado, Chris Landau.
El funcionario mexicano destacó que, a pesar de los retos climáticos actuales, el tratado se mantiene vigente y se atenderá bajo las consideraciones que exige la emergencia hídrica. Las entregas de agua previstas para 2025 ya forman parte de la agenda bilateral, así como la modernización de sistemas de riego en Baja California, Chihuahua y Tamaulipas, con el objetivo de optimizar el uso del recurso en las zonas fronterizas.
La situación escaló en visibilidad luego de que la presidenta Claudia Sheinbaum anunciara una entrega inmediata de agua al estado de Texas. Esta declaración se dio en respuesta a los reclamos del presidente Donald Trump, quien amagó con sanciones tras señalar un supuesto incumplimiento de más de mil 600 millones de metros cúbicos por parte de México.
Sheinbaum subrayó que no hay motivos para renegociar el acuerdo. En sus palabras, la comunicación con el gobierno estadounidense se mantiene activa mediante mesas de trabajo técnicas, en donde la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) desempeña un papel clave para asegurar que los compromisos se cumplan de manera justa y sostenible.
El Tratado de Aguas establece que México debe entregar un promedio de 2 mil 160 millones de metros cúbicos cada cinco años, a través de los ríos fronterizos. A cambio, el país recibe 9 mil 250 millones de metros cúbicos del Río Colorado, una cifra significativamente mayor, que refuerza la importancia del tratado para ambos lados de la frontera.
El tema ha cobrado un matiz político luego del llamado de legisladores texanos para que el tema del agua se integre en futuras negociaciones comerciales con México. Alegan pérdidas anuales cercanas a los 993 millones de dólares en el sur de Texas, lo que ha generado presión interna en la administración estadounidense.
En este contexto, las autoridades mexicanas han reiterado su voluntad de cumplir con los acuerdos establecidos, priorizando la cooperación técnica y diplomática por encima de cualquier confrontación. El manejo del agua, en medio de una sequía prolongada, exige soluciones prácticas, diálogo constante y voluntad política. México continúa ajustando sus estrategias para responder con responsabilidad a las exigencias binacionales sin perder de vista la realidad ambiental que enfrenta.