El Papa Francisco será dado de alta este domingo 23 de marzo, luego de permanecer internado desde el 14 de febrero por una pulmonía que lo mantuvo en estado crítico. Su recuperación ha sido progresiva, pero los médicos han indicado que necesitará al menos dos meses de reposo antes de retomar sus actividades con normalidad.
El Vaticano anunció que el pontífice hará su primera aparición en vivo este domingo por la mañana desde su suite en el décimo piso del hospital Gemelli, donde bendecirá a los fieles. Esta será su primera transmisión en vivo desde su hospitalización, aunque anteriormente se había difundido un mensaje de audio el 6 de marzo y una fotografía el 16 del mismo mes.
El Papa, de 88 años, sufre de una enfermedad pulmonar crónica que lo hace propenso a problemas respiratorios, especialmente en invierno. Su condición se complicó cuando una bronquitis severa derivó en neumonía en ambos pulmones. Inicialmente, los médicos detectaron una infección compleja de origen bacteriano, viral y fúngico, además de signos de anemia y plaquetas bajas, lo que requirió transfusiones de sangre.
El 28 de febrero, la situación se agravó con un ataque de tos que le provocó la inhalación de vómito, lo que llevó a los especialistas a utilizar una máscara de ventilación mecánica no invasiva para asistir su respiración. En los días siguientes, dos nuevas crisis respiratorias obligaron a los médicos a realizar aspiraciones manuales para limpiar sus pulmones. Desde entonces, ha dormido con la máscara de ventilación para evitar la acumulación de fluidos.
Pese a la gravedad del cuadro, Francisco se mantuvo alerta y cooperativo en todo momento. En las últimas dos semanas, su estado de salud ha mostrado mejorías significativas. Ya no depende del uso nocturno de la máscara de ventilación y ha reducido la necesidad de oxígeno suplementario durante el día.
El Vaticano ha seguido de cerca su evolución y mantiene informados a los fieles sobre su estado de salud. Su regreso al Vaticano marca el fin de su hospitalización más prolongada en 12 años de papado, iniciando un periodo de recuperación que será clave para su bienestar futuro.