En la madrugada del domingo 14, a la edad de 76 años, nos dejó el renombrado escultor Antonio Nava Tirado, reconocido por su excepcional trabajo con la piedra volcánica.
Nava Tirado, nacido el 29 de febrero de 1948, se formó en diversos espacios artísticos, desde el Taller de Escultura del IMSS hasta la Escuela Nacional de Pintura y Escultura «La Esmeralda», y el Centro de Investigación y Experimentación Plástica bajo el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Su amigo y alumno, Luis Valverde, lamenta su partida, señalando que dejó proyectos inconclusos, incluyendo una muestra retrospectiva para octubre próximo en la ENPEG, y una exhibición en el Centro Nacional de las Artes, ambas comisariadas por él.
Miembro del Salón de la Plástica Mexicana, Nava Tirado fue parte de una generación de artistas que vivieron grandes cambios políticos y sociales, pero su obra se mantuvo enfocada en el ser humano, su conexión con la naturaleza y las culturas prehispánicas.
Destacó por ser uno de los pocos escultores mexicanos que trabajó la piedra volcánica en talla directa, a pesar de la dureza de este material.
Su obra se ha expuesto en distintos recintos nacionales e internacionales, desde la Casa de la Cultura de Oaxaca hasta el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, pasando por Brasil, Australia y otros países. Sus esculturas también han encontrado hogar en colecciones alrededor del mundo.
Entre sus reconocimientos se encuentra el Premio de Adquisición Sección Trienal de Escultura (INBA, 1982) y su participación como representante de México en el Primer Simposio Iberoamericano de Escultura en Santo Domingo, República Dominicana (1982).