En una operación quirúrgica en Sinaloa, las fuerzas de seguridad lograron una nueva estocada contra la estructura de Los Chapitos, una facción del Cártel del Pacífico. La captura de Paul Alexander Martínez Barraza y Karla Alejandra Arámbula, ambos señalados como suministradores de armas y drogas, sacudió los cimientos del grupo delictivo que ha mantenido su influencia en el noroeste del país.
La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) confirmó el arresto en la colonia Congreso de Culiacán, donde los sospechosos operaban bajo un perfil bajo, pero con una logística letal. “Estos individuos estaban preparados para desatar una ola de violencia en la región con armas y explosivos improvisados. No era una amenaza menor”, detalló un portavoz de la SSPC.
Las investigaciones del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) revelan que Paul Alexander Martínez no era un actor secundario. Su papel como proveedor de armas y estupefacientes era crucial para mantener operativa a la célula de Los Chapitos. Según informes, planeaba ataques explosivos contra instalaciones públicas en El Dorado, una amenaza que de haberse concretado, habría escalado el nivel de violencia en la región.
Por su parte, Karla Alejandra Arámbula, identificada como su principal colaboradora, era una pieza clave en la distribución de drogas. La confianza que los operadores del Cártel del Pacífico depositaban en ella refleja su posición dentro de la estructura criminal. “No solo transportaba sustancias; su labor era mantener la cadena de suministro funcionando sin fisuras”, explicó una fuente de inteligencia.
Ambos detenidos operaban bajo las órdenes de Raúl Carrasco Lechuga, exlíder operativo del Cártel del Pacífico, abatido en junio de este año. Su muerte generó una lucha interna por el control de las operaciones delictivas en Sinaloa, lo que llevó a una espiral de violencia entre células rivales, como Los Chapitos y Los Mayos. La captura de estos dos operadores es un nuevo golpe en esta pugna interna.
Esta captura no es un hecho aislado. Desde noviembre, las autoridades han intensificado su ofensiva. Omar Félix, alias “El Pelón”, fue detenido en el marco de esta estrategia. Su arresto dejó al descubierto una estructura financiera y operativa de alto nivel. Poco después, su hermano Horacio Félix Loaiza fue aprehendido, acusado de gestionar pagos y distribuir droga en Sinaloa y Sonora.
Además, la Secretaría de Marina (Semar) incautó más de una tonelada de fentanilo en lo que se consideró el mayor decomiso en la historia de México. Estas acciones reflejan una estrategia de cerco que busca desmantelar la logística y financiamiento del narcotráfico. “Cada captura es una pieza menos en el tablero de los cárteles”, afirmó un analista de seguridad. Sin embargo, aún con estos golpes, el Cártel del Pacífico muestra una capacidad de regeneración preocupante. La violencia no cesa y las estructuras criminales se adaptan.
Mientras el gobierno refuerza sus operativos, la población de Sinaloa vive con la incertidumbre de cuándo y dónde será el próximo enfrentamiento. La captura de Paul Alexander y Karla Alejandra puede ser una victoria en el corto plazo, no obstante, la batalla por la paz en la región está lejos de concluir.