Cientos de migrantes de países como Venezuela, Ecuador, entre otros, cruzaron en las últimas horas de Matamoros, a Brownsville, Texas, por el río Bravo, aún a sabiendas de que detrás del cerco de púas instalado por la Patrulla Fronteriza, en territorio estadunidense, están condenados a una deportación inmediata.
Desde el martes autoridades mexicanas del grupo Beta de Protección al Migrante recibieron reportes de extranjeros lanzándose al cauce a nado o agarrados de un tendedero que amarraron de los dos extremos del río Bravo para atravesarlo mientras flotan en colchones inflables.
Al mediodía de este miércoles se estima que unos 400 extranjeros habían cruzado ya a Brownsville, en un punto ubicado en el bordo del Río Bravo entre las calles Bravo e Ignacio Ramírez.
Mujeres, niños, hombres y ancianos, algunos discapacitados, entraban con temor a las aguas y cómo podían, nadando o en las improvisadas embarcaciones, avanzan a la orilla texana donde elementos de la Border Patrol (Patrulla Fronteriza) ya los esperaban detrás de la cerca de púas para proceder a su inmediata deportación.
De acuerdo a datos oficiales de esta dependencia, en el sector del Río Grande Valley, tan sólo el fin de semana pasada se procesaron 17 grupos de indocumentados con un total de cinco mil 578 aprehensiones de migrantes que entraron por el río.
Desde mayo pasado, cuando se derogó el título 42 implementado durante la pandemia por la administración de Donald Trump, no se documentaba en Matamoros un cruce masivo de migrantes.
A unos 100 metros de donde el contingente de este miércoles se aventó al agua, hay un campamento habitado por venezolanos y ecuatorianos que esperan que su petición de asilo humanitario sea contestada por las autoridades del vecino país.
Aunque la mayoría se queja de fallas en la aplicación CBP por la que, de manera virtual, llevan a cabo el proceso de asilo, saben que de reunir los requisitos y esperar la cita física, los puede llevar a tener éxito y entrar a Estados Unidos de manera legal.
Grupos de migrantes como el de este miércoles, se dejan llevar por la desesperación y arriesgan su vida y la de sus hijos por permanecer unas horas en Estados Unidos donde invariablemente serán deportados. (información de La Jornada)