En un giro inesperado en la política sanitaria de Estados Unidos, el presidente electo Donald Trump ha decidido confiar uno de los sistemas más complejos del país a dos figuras polémicas. Mehmet Oz, conocido popularmente como el “Doctor Oz” por su carrera televisiva, se une al movimiento antivacunas liderado por Robert F. Kennedy Jr. en la cúspide de la sanidad estadounidense. Esta dupla promete transformar radicalmente la gestión de la salud pública, pero no sin levantar críticas encendidas.
El anuncio oficial, realizado este martes, posiciona a Oz como administrador de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), una agencia que gestiona más de un tercio del gasto sanitario del país. Trump calificó al doctor Oz como un “líder eminente” y aseguró que su experiencia, tanto médica como mediática, será crucial para “hacer de Estados Unidos un país sano de nuevo”. Sin embargo, los antecedentes del médico plantean más preguntas que respuestas.
Mehmet Oz, una vez respetado cirujano cardiotorácico, saltó a la fama como colaborador en el programa de Oprah Winfrey antes de lanzar su propio show. Aunque comenzó compartiendo consejos médicos, pronto se desvió hacia la promoción de productos pseudocientíficos y dietas milagrosas que, si bien llenaron sus bolsillos con más de 100 millones de dólares, también minaron su credibilidad en el ámbito académico.
Los demócratas han cuestionado duramente su nombramiento. “Poner al Doctor Oz al frente de Medicare es como poner a un pirómano a dirigir el cuerpo de bomberos”, declaró un senador del partido opositor. Las críticas no se detienen ahí: su historial en el maltrato animal durante investigaciones científicas y una campaña política accidentada lo convierten en un blanco fácil para sus detractores.
El nuevo equipo sanitario de Trump no solo incluye a Oz. La colaboración con Robert F. Kennedy Jr., reconocido antivacunas, refuerza la narrativa de que esta administración busca desafiar las estructuras tradicionales. “La ciencia ha fallado en protegernos de las enfermedades crónicas, y es hora de un cambio”, afirmó Kennedy en un comunicado conjunto con Oz.
Ambos comparten una visión centrada en la prevención y el combate a lo que llaman el “complejo industrial de la enfermedad”. Sin embargo, sus posturas pseudocientíficas despiertan temores sobre las consecuencias de estas políticas en un país que aún lucha contra las secuelas de la pandemia. Trump ha defendido su decisión con un optimismo característico: “El Doctor Oz reducirá el despilfarro y llevará la sanidad estadounidense a niveles nunca vistos”, aseguró. Sin embargo, los críticos apuntan a que este movimiento podría polarizar aún más el ya frágil sistema de salud.
El Senado tiene la última palabra sobre la confirmación de Mehmet Oz. Mientras tanto, la incertidumbre crece. Estados Unidos observa con escepticismo cómo una figura mediática regresa al escenario político con una misión que, para muchos, parece estar destinada al fracaso.