La Cámara de Diputados aprobó la reforma de los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución en materia de áreas y empresas estratégicas, con el objetivo de devolver a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y a Petróleos Mexicanos (Pemex) su carácter de empresas públicas. Sin embargo, la medida ha generado críticas por relegar el impulso de energías renovables a nivel estatal.
En entrevista para EL DEBATE, Daniel García Bedoya, especialista del Programa Educativo de Ingeniería Ambiental de la Universidad Estatal de Sonora, explicó las diferencias entre los tipos de energía y la importancia de su generación para el desarrollo humano. “Todos dependemos de la energía para actividades cotidianas como cocinar, transportarnos y disponer de electricidad”, señaló.
García Bedoya recordó que desde la Revolución Industrial, el uso de combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, ha sido clave debido a su alta capacidad calórica. Sin embargo, aclaró que el problema no radica en los combustibles fósiles como tal, sino en la combustión de materiales para producir energía, que provoca la emisión de dióxido de carbono (CO2) y contribuye al calentamiento global.
El especialista subrayó que cualquier proceso de combustión consume oxígeno y emite CO2, incluidos los combustibles fósiles, que son, en esencia, material biológico acumulado a lo largo de millones de años. En los últimos 200 años, la quema intensiva de estos recursos ha aumentado notablemente la concentración de CO2 en la atmósfera, explicó.
Además, la combustión de estos materiales no solo incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también deteriora la calidad del aire al liberar óxidos de nitrógeno (NOx), que son tóxicos y dañinos para la salud, así como partículas que afectan el sistema respiratorio. García Bedoya también destacó que la extracción y refinación de combustibles fósiles provocan un gran impacto ambiental, sumado a la huella hídrica que estos procesos implican.
Energías Renovables: Alternativas y Desafíos
Ante las críticas que han surgido por la falta de fomento a las energías renovables en la reforma, García Bedoya explicó que estas alternativas buscan mitigar los problemas asociados con las energías fósiles. Las energías renovables, como la eólica, solar y la hidroeléctrica, aprovechan recursos naturales como el viento, el sol y el agua para generar electricidad.
“Desde hace siglos, las corrientes de agua y el viento se han utilizado para generar energía mecánica, que luego se transforma en energía eléctrica mediante centrales hidroeléctricas”, detalló García Bedoya. “Hoy en día, el calor del sol se emplea en calentadores solares y sistemas fotovoltaicos que convierten la luz en energía eléctrica”.
A pesar de sus beneficios, el especialista advirtió que las energías alternativas también presentan desafíos, ya que, aunque disminuyen la huella de carbono en comparación con los combustibles fósiles, generan su propia huella ambiental. Por ejemplo, la producción de paneles fotovoltaicos implica el uso de materiales contaminantes como cadmio, plomo y azufre, así como minerales como el litio para baterías, y metales como el indio, estaño y cobre.
García Bedoya también mencionó que el proceso de fabricación de estos dispositivos requiere grandes cantidades de agua y productos químicos tóxicos. “Es importante considerar que en México no contamos con un sistema adecuado de gestión de residuos para los materiales y desechos generados al finalizar la vida útil de estos dispositivos”, señaló. Además, criticó la modificación de la norma NOM-ECOL-001 en 2021, ya que, aunque establece límites para contaminantes en aguas residuales, no contempla el litio, a pesar de su importancia toxicológica para la salud cerebral.
La discusión sobre la reforma energética continúa, mientras expertos y críticos llaman a revisar el impacto de las decisiones tomadas en el Congreso sobre el futuro de la energía y el medio ambiente en México.