Un nuevo capítulo de violencia sacudió Temixco, Morelos, con el asesinato de Iván Morales Corrales, exagente federal que en 2015 sobrevivió al ataque de un helicóptero por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). El ataque más reciente ocurrió la mañana del miércoles en el fraccionamiento Las Brisas, cuando sujetos armados en motocicleta dispararon contra una camioneta en movimiento. En el vehículo viajaba Morales y una mujer que lo acompañaba; ambos perdieron la vida en el lugar.
La escena fue rápida, brutal y directa. De acuerdo con reportes oficiales, las víctimas recibieron múltiples impactos de bala. El Servicio Médico Forense confirmó la identidad de Morales, y las autoridades estatales activaron protocolos de investigación a través del área de Inteligencia para localizar a los responsables.
Iván Morales no era un civil más. Su nombre quedó marcado en la historia reciente del país desde el 1 de mayo de 2015, cuando participó en un operativo federal en Villa Purificación, Jalisco, para capturar a Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, líder del CJNG. En ese operativo, un helicóptero Cougar con 18 elementos fue derribado por armas de alto poder. La emboscada fue despiadada: fusiles Barret, lanzacohetes y ráfagas de metralla hicieron caer la aeronave en llamas.
Morales logró escapar de las llamas, aunque sufrió quemaduras en el 70% del cuerpo. Se arrastró por tierra, se ocultó y esperó el rescate entre el dolor y la incertidumbre. Nueve compañeros murieron ese día. Nueve sobrevivieron. Él fue uno de ellos. En reconocimiento a su valentía, el entonces presidente Enrique Peña Nieto le entregó, meses después, la Medalla al Mérito Policial de Primera Clase.
En noviembre de 2023, Morales volvió a figurar en un episodio clave de la lucha contra el crimen organizado. Participó como testigo en el juicio de Rubén Oseguera González, alias “El Menchito”, hijo del líder del CJNG, en una corte de Estados Unidos. Su testimonio fue contundente, directo y detallado, lo que posicionó una nueva línea de riesgo en su vida.
Ahora, tras ese acto de valentía legal, una de las principales líneas de investigación apunta a una posible venganza. La ejecución no fue aleatoria ni impulsiva. La precisión del ataque y la figura de Morales como sobreviviente y testigo clave lo colocan en el centro de una historia que parece escrita entre fuego cruzado y silencio.
El legado de Morales se apaga, pero deja encendida la memoria de un agente que enfrentó al crimen con coraje, sobrevivió a las llamas y nunca se apartó del deber.