Un ciberataque sacudió a Japan Airlines (JAL) este jueves, provocando retrasos en más de 20 vuelos nacionales y generando caos en las terminales aéreas. Aunque la aerolínea logró contener el ataque y restaurar sus sistemas en cuestión de horas, el incidente afectó a miles de pasajeros en plena temporada de viajes de fin de año, una de las épocas más concurridas en Japón.
El problema inició por la mañana, cuando la red que conecta los sistemas internos y externos de JAL empezó a fallar. La compañía identificó rápidamente el origen: un ataque de saturación, diseñado para colapsar el sistema mediante un tráfico masivo de datos. Afortunadamente, no hubo filtración de información ni afectación a la seguridad de los vuelos.
El incidente, que causó retrasos superiores a 30 minutos en 24 vuelos nacionales, paralizó temporalmente las ventas de boletos tanto nacionales como internacionales. Horas después, las operaciones volvieron a la normalidad. El gobierno japonés, representado por el secretario jefe Yoshimasa Hayashi, solicitó a JAL priorizar la atención a los pasajeros afectados y reforzar sus sistemas.
Las terminales del aeropuerto de Haneda en Tokio se vieron abarrotadas de viajeros preocupados por llegar a sus destinos para celebrar el Año Nuevo, la festividad más importante del país. En contraste, otras aerolíneas como ANA Holdings, Skymark y Starflyer no reportaron afectaciones.
Este ataque pone nuevamente sobre la mesa la vulnerabilidad cibernética de Japón. Aunque el país ha tomado medidas para mejorar su seguridad digital, expertos advierten que aún queda mucho por hacer, especialmente en un entorno global cada vez más dependiente de la tecnología. Incidentes recientes, como los ataques sufridos por la agencia espacial japonesa y el puerto de Nagoya, subrayan la urgencia de reforzar defensas en sectores clave.
La rapidez con la que JAL manejó el ataque evitó un daño mayor, pero el evento es un recordatorio de los desafíos que enfrenta la industria en un mundo conectado. Mientras tanto, los pasajeros afectados continúan con sus planes, llevando consigo la incertidumbre de un sistema que debe adaptarse para protegerlos en el futuro.