Las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela escalaron de forma significativa tras una serie de reuniones celebradas este viernes en la Casa Blanca, donde el presidente estadounidense, Donald Trump, analizó diversos escenarios de acción militar contra el gobierno de Nicolás Maduro. De acuerdo con una exclusiva del Washington Post, altos cargos del Pentágono acudieron al encuentro para presentar “una serie de opciones” en un contexto descrito como de “ambigüedad estratégica”.
Las conversaciones se realizaron con la presencia del secretario de Defensa, Pete Hegseth, y del jefe del Estado Mayor, Dan Caine, quienes por segundo día consecutivo acudieron al recinto presidencial. Según un alto funcionario citado por el diario, parte del personal militar estadounidense desplazado en la región “se preparan para posibles órdenes de ataque”, mientras otro sostuvo que la administración está “muy al tanto de lo que sucede en Venezuela, de las conversaciones entre allegados de Maduro y los altos mandos de su régimen”.
El encuentro en Washington ocurrió apenas 24 horas después de que Hegseth anunciara públicamente el inicio de la operación “Lanza del Sur”, enfocada en combatir el narcotráfico en el continente. Sin embargo, hasta ahora no se han detallado objetivos específicos ni alcances operativos, lo que alimenta la incertidumbre sobre los movimientos militares estadounidenses. Funcionarios citados por el Post añadieron que Trump dispone de una amplia gama de opciones “perjudiciales”, lo que, según sus palabras, explica que el presidente venezolano “está muy asustado y con razón”.
Desde agosto, Estados Unidos ha reforzado de manera notable su presencia en el sur del Caribe bajo el argumento de operaciones antidrogas. Datos oficiales señalan el despliegue de alrededor de 10 mil soldados, además del posicionamiento del USS Gerald R. Ford, considerado el portaaviones más grande del Pentágono, cerca de las costas venezolanas. Este incremento militar ocurre en paralelo con declaraciones de Trump en octubre, cuando afirmó que no descartaba ataques a objetivos terrestres tanto en Venezuela como en Colombia, a cuyos presidentes acusó de narcotraficantes.
Ante este panorama, el gobierno venezolano ha movido sus propias piezas. Nicolás Maduro llamó a la población a prepararse para una eventual “lucha armada” y anunció el despliegue de 200 mil militares en el país. La medida se presenta como una respuesta directa a la creciente presión estadounidense y busca fortalecer la capacidad de reacción interna ante cualquier eventual operación exterior.
La combinación de movimientos militares, declaraciones cruzadas y operaciones sin objetivos públicos detallados ha intensificado el clima de alerta en la región, mientras ambos gobiernos sostienen posturas que apuntan a una posible confrontación en el Caribe.