El gobierno de Estados Unidos comenzó a utilizar una de sus cárceles de máxima seguridad como centro de detención para migrantes. Se trata de la prisión de Louisiana conocida como “Angola”, considerada la más grande del país y con un pasado marcado por denuncias de abusos, explotación laboral y muertes de internos.
Hasta el momento, 51 extranjeros han sido trasladados al recinto, que tiene capacidad para más de seis mil internos. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) informó que se prevé la instalación de 416 camas adicionales para ampliar su uso en la retención de migrantes.
La medida forma parte de un acuerdo entre el gobierno estatal de Louisiana y la administración de Donald Trump, siguiendo un modelo similar al que se ha implementado en otros estados como Florida e Indiana. Estos convenios buscan expandir la capacidad del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en un contexto de endurecimiento de la política migratoria.
En julio pasado, el Congreso aprobó un paquete presupuestario que incluyó una histórica asignación de fondos para la agenda antimigratoria de Trump. A partir de esos recursos, el DHS intensificó los esfuerzos para alcanzar la meta de sumar 80 mil camas adicionales en centros de detención.
Actualmente, Estados Unidos mantiene bajo custodia a más de 61 mil 200 migrantes, la cifra más alta en varios años. De acuerdo con datos recopilados por el investigador de la Universidad de Syracuse, Austin Kocher, casi la mitad de estas personas, un 45%, no tienen antecedentes criminales.
En el caso específico de la prisión de Angola, los migrantes son retenidos en una sección conocida como “El Calabozo”, llamada así porque la mayoría de las celdas están destinadas al confinamiento solitario, según reportó la cadena Fox News.
El complejo penitenciario se ubica al norte de Louisiana, cerca del río Mississippi. Fue creado a finales del siglo XIX con la unión de varias plantaciones y se convirtió en una prisión de trabajos forzados. Su historia ha estado marcada por múltiples denuncias de explotación, maltrato y muertes de reclusos, lo que le ha otorgado el apodo de la prisión “más sangrienta” de Estados Unidos.
En 2023, la Asociación de Libertades Civiles Americanas (ACLU) presentó una demanda contra el Gobierno por el trato recibido por menores de edad recluidos en este lugar, lo que reavivó las críticas hacia el uso de este centro penitenciario como espacio de detención.