Una madrugada sombría sacudió las costas suroccidentales de Corea del Sur. El naufragio de un ferri en las aguas cercanas a Seosan, a unos 100 kilómetros de Seúl, ha dejado un saldo trágico: el capitán perdió la vida, y cuatro personas siguen desaparecidas. La Guardia Costera, en una carrera contra el tiempo, ha desplegado más de 20 barcos y cinco helicópteros para intensificar las labores de búsqueda.
En el ferri viajaban siete personas, de las cuales dos lograron ser rescatadas con vida. El cuerpo del capitán fue hallado a las 4:34 de la madrugada en el segundo piso de la embarcación, pero los esfuerzos por reanimarlo fueron infructuosos. Mientras tanto, las esperanzas de encontrar con vida a los desaparecidos mantienen en vilo a los equipos de rescate y a sus familias.
Este incidente llega en un momento de conmoción nacional, ya que tan solo unos días antes, Corea del Sur enfrentó otra catástrofe. El vuelo 7C2216 de la aerolínea Jeju Air sufrió un accidente devastador en el aeropuerto de Muan, cobrando la vida de 179 personas. Entre los pasajeros, solo dos lograron sobrevivir. El avión, que transportaba principalmente a familias que regresaban de sus vacaciones, enfrentó una serie de fallos críticos: una alerta por colisión y una llamada de socorro minutos antes de que ocurriera el desastre.
Ambos eventos han dejado al país en un estado de duelo y reflexión. La Guardia Costera y los servicios de emergencia trabajan incansablemente para esclarecer las causas del naufragio y ofrecer respuestas a las familias afectadas. Mientras tanto, Corea del Sur enfrenta una dolorosa lección sobre la importancia de la seguridad en el transporte, tanto marítimo como aéreo.
El mar y el cielo, escenarios de estas tragedias, recuerdan la fragilidad de la vida. Sin embargo, también son un testimonio de la resiliencia humana y de los incansables esfuerzos por superar la adversidad. Las próximas horas serán cruciales para arrojar luz sobre estos incidentes y dar consuelo a quienes esperan noticias de sus seres queridos.