La reciente decisión del Congreso de Estados Unidos de reducir el impuesto a las remesas del 5 al 3.5 por ciento encendió el debate en el Senado mexicano. Mientras algunas legisladoras lo consideran un avance moderado, otras lo ven como un símbolo de fracaso en la política exterior del país. La medida, lejos de unir opiniones, generó posturas encontradas en una discusión donde la economía familiar y la dignidad nacional se cruzan.
Carolina Viggiano, senadora del PRI, calificó de absurda la celebración por parte del gobierno federal. Para ella, no hay razón para considerar esta reducción como un logro. Afirmó que se trata de un golpe para las familias mexicanas que dependen de las remesas, y expresó su desaprobación hacia lo que percibe como una actitud conformista por parte de la administración actual.
“Nos parece absurdo que el gobierno mexicano, en voz del embajador, y también de la presidenta, celebren esto como un logro; realmente nos parece un fracaso. Esto tiene un impacto serio en la economía de las familias mexicanas”, declaró.
Viggiano recordó que durante el sexenio anterior las remesas fueron presentadas como una victoria del entonces presidente López Obrador, aunque a su juicio, evidenciaban más una falta de oportunidades laborales en México que un mérito en sí.
Desde el PAN, la senadora Guadalupe Murguía ofreció una interpretación distinta. Afirmó que se trata de un paso en la dirección correcta, especialmente si se considera que la iniciativa fiscal del presidente Donald Trump no contemplaba modificaciones a este gravamen. Para Murguía, el avance no radica únicamente en la reducción porcentual, sino en haber puesto el tema sobre la mesa del debate legislativo estadounidense.
“Se logró esta reducción, por lo menos en la parte que está ahorita en la Cámara de Representantes. Tendrá que pasar al Senado, pero creo que es fundamental seguir insistiendo a través de todas las instancias posibles”, sostuvo.
La legisladora de Movimiento Ciudadano, Alejandra Barrales, también consideró el recorte positivo. Subrayó que cualquier disminución en las cargas fiscales a los migrantes representa una mejora, aunque sea parcial. Reconoció además el peso creciente de la comunidad latina en Estados Unidos, lo que podría ser una oportunidad para ampliar la influencia política de México en decisiones clave. “En un principio decíamos que iba a ser imposible, y cuando se ve que empiezan estos movimientos, siempre es una buena señal”, comentó.
Con más de 63 millones de dólares enviados en remesas durante 2024, este ingreso continúa siendo esencial para millones de familias mexicanas. La discusión en torno a su gravamen refleja la tensión entre celebrar logros parciales y exigir transformaciones de fondo. El tema aún debe pasar por el Senado estadounidense, donde se definirá si este cambio se concreta o queda como un simple gesto sin impacto permanente.