Los Ángeles vive una nueva jornada de alta tensión tras la decisión del presidente Donald Trump de desplegar a 700 marines en respuesta a las protestas contra las redadas migratorias, que desde hace días sacuden la ciudad. La medida, calificada como «demente» por el gobernador de California, Gavin Newsom, se suma a la movilización de la Guardia Nacional, ya activa en la zona.
En medio de un escenario urbano alterado por incendios, saqueos y enfrentamientos con las fuerzas del orden, la presencia militar ha encendido aún más los ánimos en comunidades mayoritariamente latinas. Desde el centro de Los Ángeles, los manifestantes coreaban consignas de rechazo frente a un centro de detención federal, golpeaban vehículos sin distintivos e intentaban cruzar los cordones policiales instalados para contenerlos
La operación federal, ejecutada sin el consentimiento del gobierno estatal, generó un inmediato rechazo desde Sacramento. El gobernador Newsom declaró que los marines “no deberían ser desplegados en suelo estadunidense enfrentándose a sus propios compatriotas para cumplir la fantasía demente de un presidente dictatorial”. El fiscal general californiano, Rob Bonta, anunció una demanda contra el gobierno federal por esta decisión, mientras que líderes locales, como la alcaldesa Karen Bass, contrastaron la narrativa oficial, negando que se trate de un levantamiento generalizado en la ciudad.
Durante una declaración desde Washington, Trump aseguró que los responsables del caos eran “agitadores profesionales e insurrectos”, y defendió su decisión al afirmar que, sin la intervención militar, “Los Ángeles habría quedado completamente destruida”. A través de redes sociales, añadió que si los manifestantes continuaban agrediendo a las tropas, “recibirán un golpe más fuerte que nunca”.
En paralelo, Tom Homan, encargado de la política migratoria federal, explicó que los operativos del ICE estaban dirigidos a presuntos miembros de cárteles mexicanos y colombianos. Sin embargo, defensores de migrantes aseguran que muchos detenidos eran vecinos sin antecedentes, lo que ha profundizado el descontento social.
Al menos 56 personas fueron arrestadas en Los Ángeles en las últimas 48 horas, y cinco agentes resultaron con lesiones leves. En San Francisco, también afectada por movilizaciones solidarias, el número de detenidos ronda los 60. Autoridades mexicanas confirmaron que 40 de sus ciudadanos fueron arrestados durante los operativos, e hicieron un llamado al respeto del debido proceso y la dignidad humana.
Desde la presidencia mexicana, Claudia Sheinbaum condenó los actos de violencia y pidió a la comunidad mexicana en EE. UU. mantener la calma y evitar cualquier provocación. En el terreno, mientras tanto, las posturas se polarizan entre quienes defienden una respuesta fuerte ante el vandalismo y quienes denuncian una militarización que, consideran, pone en riesgo la democracia.